El presidente Uribe le
entregó a su sucesor y ex Ministro de Defensa de su gobierno, Juan Manuel
Santos, un país casi en paz: faltaba un hervor. En ocho años la administración
Uribe recuperó la dignidad del país, fortaleció sus instituciones, organizó la economía,
atrajo inversión extranjera y volvió viable un país con muchos problemas sociales.
Su hermano Enrique y una
camarilla de personajes de la izquierda radical que se le incrustaron al interior
del gobierno como sanguijuelas humanas, le vendieron a Santos la idea de promover
un proceso de paz con las Farc cuidando eso sí de no enterar al saliente presidente
Álvaro Uribe, quien seguramente se opondría por su inutilidad, pues los grupos terroristas
en Colombia estaban en vías de extinción. Santos además se había comprometido a
continuar con el programa de Seguridad Democrática y que tantos éxitos trajo en
la paz de los colombianos; bajo esa premisa el país lo eligió.
Caracas fue el
epicentro donde se fraguo el plan, allí residía o reside la cúpula de las Farc.
Chaves vislumbró enseguida la forma de penetrar a Colombia su revolución
bolivariana, por eso apoyó con inusitado entusiasmo la constitución de una Mesa, o mejor la ideo él con Raúl y el hermano
del presidente Santos, Enrique e impuso (Chávez) a La Habana como sede de esos
diálogos: ‘todo bajo estricto secreto de estado’.
Los últimos tres años
del proceso en La Habana, le han servido a los terroristas para rearmarse,
recomponer sus frentes, reactivar los extinguidos, demandarle a un presidente
débil y arrinconado en su propia atalaya, la prohibición de la fumigación área,
y lo más grave han retomado a sangre y fuego los corredores de salida y entrada
de droga y armas, ¿será qué con este inventario de hechos y acontecimientos la
guerrilla tendrá alguna intención de suscribir un proceso de paz? Lo dudo como
lo duda el 93% de colombianos que no le creen nada a ese grupo terrorista.
Un jefe de la cúpula de
las Farc acaba de notificarle al país desde Cuba, un plan pistola para matar
militares y policías indiscriminada y alevosamente (ya comenzaron), un sistema
muy similar al utilizado por Pablo Escobar en su desespero por arrinconar y
doblegar al gobierno de la época y plegarlo a sus fines. Si la guerrilla, esta
vez tiene una verdadera vocación de paz no sería necesario ceses al fuego, ni
más muertos, han causado cerca de medio millón en esa demencial ola de
asesinatos en nombre de una supuesta revolución que no tiene pueblo ni
credibilidad; tres años son más que suficientes, lo demás son justificaciones
macabras.
Mientras el país se
desangra, la impunidad corroe el establecimiento, la economía convulsiona, la corrupción
campea en casi todas las oficinas del gobierno y la inseguridad llega a
extremos, la Fiscalía General aliada incondicional del gobierno y no de la
justicia, dedica su tiempo y su gente a perseguir y a encarcelar altos funcionarios
de la administración Uribe, con acusaciones criminales previamente elaboradas por
un nefasto senador de la republica fundador de los falsos testigos, y por una ex
parlamentaria decadente y mitómana. Sin olvidar un hacker de quinta inventado
para incriminar a importantes miembros políticos de Centro Democrático: todo
esto concebido en un plan para ablandar al ex presidente Uribe, critico acerbo
del proceso de La Habana, no de la paz.
Contrariamente las
denuncias contra el presidente Santos por la infiltración de dineros mafiosos en
la pasada campaña, rápidamente son archivadas. Las maniobras en la elección
presidencial, donde se rifó y se repartió con total descaro el presupuesto nacional
de varios años, a cambio de votos, no son investigadas. Ahora corre el
presidente a hacer reformas tributarias para tapar los rotos que dejó a los
colombianos su ruinosa campaña.
El país tiene que decir
algo, aquí debe pasar algo, no se puede seguir engañando por más tiempo a todo
una nación; frases manidas como: ‘’la paciencia tiene un límite’’, ‘’los
colombianos no aguantan más’’, ‘’se colma mi paciencia’’, ‘’hay que desescalar
la guerra’’, están gastadas, el folclor continua en La Habana y la guerrilla en
nombre de la paz de Santos mata colombianos por deporte.
Finalmente habría que preguntarle
al presidente Santos: ¿Si sabía que
faltaba un hervor para liquidar ese reducto terrorista, por qué carajos nos
metió en este berenjenal?
@luisguillermobl
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