En el hipotético y lejano caso,
que gane Santos la reelección presidencial, el país entraría en crisis. Le
sería muy difícil a Juan Manuel Santos, administrar un país con más del 70% de
colombianos inconformes con su desempeño, y con un congreso en contra.
Santos tuvo un cuatrienio para
mostrarse, bien como estadista, como gestor o líder, pero lo desaprovechó.
Incumplió sus programas de gobierno, acometió otros que no estaban en la
agenda, traicionó a sus amigos y emprendió un proceso de paz a espaldas de la
población. Un proceso, que entre otras cosas está en vilo, pues las Farc acaban de notificarle al presidente Santos, de manera categórica: ‘’entregamos las armas, cuando nos
entreguen el poder’’.
Santos pierde el año, o mejor el
país pierde cuatro años; no se le
perdona que lo haya regresado a la violencia, a la extorsión, y al secuestro,
flagelos que se desterraron casi en su totalidad en el anterior gobierno, pero
que él los reavivó, para poder tener un poco más de margen de justificación en
su decisión de negociar con la guerrilla, por lo demás, en medio de un conflicto atroz.
Entendidos en la materia, dicen
que Santos nos metió en el proceso de la Habana, no movido precisamente por un
sentimiento de patria, sino por hacer méritos ante el mundo, o hacerse acreedor
a un nobel de paz. Es sabido que su ego y banalidad extrema suben tanto, que su
enorme preocupación si no lo reeligen, no es la paz, como podría esperarse,
sino que no pueda ir en calidad de jefe de estado, a la posesión del Rey
Felipe de España.
Otro asunto, que no deja de
preocupar, es el retroceso de la inversión extranjera en nuestro país. Mientras países como Chile, Perú, Brasil,
asientan grandes empresas y atraen capital
foráneo, en Colombia lo poco que ha llegado se está yendo. Esto naturalmente afecta
de manera grave el empleo organizado y el crecimiento del país. En los índice
de desarrollo Colombia bajó en todos los sectores: calidad de la educación,
empleo formal, confianza inversionista, seguridad democrática, transparencia,
entre otros renglones.
Los colombianos, el próximo
domingo 15 de junio, tomaremos la decisión. Elegir a Santos que sería la
equivocación histórica más grande, desde la época de la colonia. U optar por
Zuluaga, que es un hombre culto, preparado, estadista serio, con amplia
experiencia, es una garantía para los
colombianos y para la misma guerrilla.
***
Imperdonable, que la campaña
Santos, siga jugando sucio. Obligar – al
mejor estilo Chavista - a los
beneficiarios de las viviendas ‘gratis’, a retirar de sus ventanas, los afiches
de ZULUAGA, y amenazar a los que se encuentran en la lista de elegibles, que si no votan por él, simplemente no se les
tendrá en cuenta.
A Clara López, presidenta del
Polo, que en la pasada contienda electoral puso un twitter que decía: ‘Santos
va a movilizar la mayor cantidad de compra de votos, que haya tenido conocimiento el país’.
Ahora, para la segunda
vuelta, le parece por arte de birlibirloque, que esos votos eran limpios y
decentes, además sale a decir con gran desparpajo, que Santos es el hombre a
elegir. Clara López afirmó categóricamente,
en la campaña reciente, que Santos era el peor gobernante de los últimos
treinta años, y corrupto. Por esa posición ambigua y torpe, los partidos de
izquierda pierden credibilidad y por supuesto el fervor de su gente. De perder
Santos, como todo indica, la gran damnificada va a ser Clara, pues su partido
no le perdonará el sacrilegio.