Contrariamente, Medellín
es una ciudad de arte, de cultura y de vida. Medellín recibe permanentemente en
su terruño decenas de artistas, escritores, poetas, políticos, banqueros,
músicos, empresarios, científicos, gente del mundo; allá no se rechaza, se
acoge.
Medellín es una capital con visión, un prototipo de ciudad moderna, con
equidad, el Alcalde de turno lo respeta y lo sigue; es paradigma de tesón y éxito. Medellín no
está enfrascado en montar un gobierno marxista-leninista, allá se trabaja por el
espacio público, para rehabilitar plazas y calles, por equipar la ciudad, por ordenar
el crecimiento urbano, en una palabra para mejorar la calidad de vida de los
medellinenses.
Medellín no gasta
su tiempo en confrontaciones inocuas, no se pelea ni amenaza a los empresarios que
recogen la basura, ni crea monopolios gubernativos abusivos: Medellín es limpio
y diáfano.
Medellín no
rebaja tarifas buscando votos; allá se presta buenos servicios a precios justos,
tiene diversificado el sistema de transporte, la ciudad es cada vez más
coherente, lo que le permite ser menos desigual.
Medellín combate
la violencia sin tregua, con empleo útil y campañas educativas visibles y de
resultados. Allá el empleo se genera fundando y apoyando empresa, realizando
ferias, congresos, foros, mostrando sus productos, contratando personal
cualificado, no crea burocracia ramplona, improductiva e inepta.
En Medellín los
convenios con los colegios se respetan, no se desechan por ser privados. Allá no se gobierna
por estratos sociales, se trabaja la ciudad como una unidad. Medellín tiene
movimientos sociales que trabajan muy fuerte por la ciudad.
La industria de
Medellín florece, progresa, su economía se internacionaliza, no estigmatiza a
sus empresarios, ni los afrenta; los aprecia y reconoce en ellos el motor principal
de su desarrollo social.
Medellín
construye sobre lo construido, sus mandatarios no están pensando en destruir lo
hecho, ni en borrar la historia de sus antecesores. En Medellín los
funcionarios no se viven quejando, allá rectifican y solucionan problemas.
Medellín tiene
museos, bibliotecas, universidades, parques temáticos, goza de plazoletas
culturales, promueve la lectura, la cultura, la historia, allá no se politiza el funcionario, la política de ellos son las obras.
En Medellín no se
habla de expropiación, o de apropiarse de bienes que no le pertenecen, ni funcionarios instigando, metiendo odio, polarizando
la ciudad, allá se trabaja y se progresa.
Medellín
desarrolla estrategias para promover empresa, empleo, bienestar, felicidad, no
programas selectivos y populistas que entreguen votos.
A ese ritmo, Medellín en pocos años será la ciudad más
importante del país.