El ambiente social en Colombia
está caldeado. Y está caldeado por cuenta del Fiscal General, que utiliza el aparato judicial para hacer
‘justicia’ a su libre elección. El hacker Sepúlveda, es un monigote disfrazado de forajido, para amedrentar
las voces discordantes que batallan por un proceso de paz justo. Una fiscalía absolutamente
descontextualizada, muy parecida a la que manipula en Venezuela la dictadura.
El pacto de los 10 años de cárcel
para Sepúlveda, a cambio de acusar a miembros de la pasada campaña electoral del
candidato Oscar Iván Zuluaga, es un chantaje mezquino, un mensaje grotesco, alevoso.
Lo mismo sucede en el caso Morellí, los delitos que se le imputan a la ex Contralora
solo intentan desviar las denuncias que ésta hiciera al Fiscal General por
haber recibido de Salucoop, en hechos demostrados, millonarias sumas de honorarios, antes y después de haber sido
elegido en esa magistratura. Y ni hablar de lo que pasa con el del inmolado
doctor Gómez Hurtado, expediente que ha venido dilatando el mismísimo Montealegre, maniobra con la que
al parecer pretende pagar favores personales a los políticos que urdieron su
elección, o por menos eso es lo que se deduce.
Tuve la ocasión de asistir a la
Marcha el pasado sábado 13 de diciembre (la misma, que Martín Santos dice caminaron
300 personas, claro que su papá le mando a decir eso, pero a ojo de buen
cubero, eran más de 20.000 marchistas) y créanme, nunca había visto tanta gente
unida gritando con odio impotente, consignas y diatribas en contra del gobierno
Santos y del Fiscal General; en momentos
me estremecí, pensé que cualquier cosa podría pasar, bastaba un pretexto para hacer estallar ese enorme
polvorín político, pero afortunadamente las provocaciones de izquierdosos infiltrados en la marcha, se lograron conjurar. Lo que no
se puede desconocer, es que el polvorín sigue ahí intacto, indemne. No es sino
que se dicten las ilegales y perversas medidas navideñas de las que tanto se ufana el Fiscal, en contra David Zuluaga, Luis Alfonso Hoyos y otros, para
que a la usanza del 9 de abril del 1948, el país se revele.
Montealegre lo sabe, está
advertido, pero no hace nada por sofocarlo, todo lo contrario, con acendrado morbo
atiza el polvorín, se mofa de sus interlocutores, dice y hace cosas impulsivas y equivocadas, vamos a ver si este
hombre, que hoy se ufana de sus gestas, mañana es capaz, con esa misma soberbia,
de rendirle cuentas de sus actos, a la historia, a la justicia y a la patria. Los
cargos públicos son efímeros y los gobiernos transitorios, por eso hay que
desempeñarlos con rectitud y moralidad.