Bogotá vive su peor crisis institucional
en toda la historia, y lo grave es que la ciudadanía displicente deja hacer con
ella lo que el alcalde Petro sospeche o presuma.
La situación para tomar un bus
del sistema SITP, es muy compleja. Pero
más complejo es la forma como se está manejando el transporte público en la
capital. El alcalde Petro y sus dos antecesores (corruptos) hicieron todo lo
posible por colapsarlo.
Tomar un bus del SITP es toda una
odisea, primero porque nunca se sabe si va o viene, si va para el sur o el norte, para el oriente
u occidente; los avisos de la ruta son difíciles de entender, y más difíciles
es leerlos pues la mayoría de bogotanos no tienen visión 20/20, los avisos además de enrevesados, son pequeños y demasiado
minuciosos, lo que confunde al usuario.
Al cambiar los buses tradicionales por los
azules, se debió haber conservado la mayoría de rutas y el estilo de los
avisos, o haber diseñado algo parecido,
¿para que innovar tanto?
Gustavo Petro dice que va a aplicar
el pico y placa a los buses tradicionales con el fin de que el usuario tenga
necesariamente que acudir a los SITP – es una medida como las de él: represiva
-, pero el meollo del asunto es otro, desaparecieron muchas rutas, en Cedritos,
un barrio al norte de la ciudad, por poner solo un ejemplo, y uno de las zonas
más pobladas de la capital, quedó embotellado, los genios suprimieron las rutas
GERMANIA, que sube por la calle 147 y toma la carrera 7 al centro de la ciudad, y la que circulaba por la carrera 9 para coger la avenida 68, esas rutas no las
reemplazaron, o hay muy pocos buses, como resultado de esto los usuarios tienen
que caminar varias cuadras, o utilizar el trasporte informal ($ 3.700 al centro).
Y ni hablar de las tarjetas,
difíciles de conseguir, y donde las
venden no siempre las recargan, personalmente voy a un sitio que queda cerca de mi casa, y en
varias ocasiones no he podido recargarla, me dicen amigos y vecinos con los que hablo del tema,
que a ellos corrientemente les sucede lo mismo.
Decenas de paraderos ( no se sabe
adónde está el de uno) no tienen una distancia rigurosa, están unos muy cerca unos
de otros, o los ubicaron a corta
distancia del semáforo, cuando se detiene un bus a recoger o a dejar el pasajero,
en segundos arman fila y trancón, en no pocos sitios alcanzan a bloquear el
paso de los carros cuando el semáforo cambia a verde. Quienes originaron la
desorganización fueron los genios que proyectaron el sistema, o los que la desarrollaron, o los dos, lo cierto del caso es que no previeron
detalles puntuales como los que aquí
describo, y que es una chambonada al más
alto nivel. ¡Y vaya uno a dar una opinión, se las conocen todas!
En Bogotá al parecer la policía de
tránsito no existe, uno esperaría que con este problema de movilidad en sitios
principales hubiera un escuadrón de agentes dando vía, agilizando el tráfico, o
evitando trancones, pero ni por el forro se ve uno. Otro asunto responsable de
los mayores problemas de movilidad, son los semáforos, muchos inservibles, la
mayoría mal sincronizados o arcaicos (corrupción).
Petro no debe meter más buses a las calles de
Bogotá, hay sobre oferta, ni siquiera de Transmilenio, que es otro tema que
abordaré en una próxima ocasión; lo que debe el burgomaestre es facilitarle a
los bogotanos tomar el servicio de transporte, sin tanta dificultad, la tarea
no es tan difícil, es cuestión de tener tres dedos de frente y asesorarse bien.
Lo cierto del caso, es que la
ciudad se le salió de madre a Petro, la ciudadanía no le colabora, ni le
obedece normas, pues si el primer mandatario de los bogotanos las desacata, las
menosprecia, pues de la misma forma actúa el ciudadano de a pie. Cada vez le
veo a Petro menos espacio de gobernabilidad.
Permitida la reproducción de este
artículo.