Cuando se eligió Fiscal General a Eduardo Montealegre, los
colombianos, en su mayoría, nos pusimos como su apellido. Creímos que por fin
se había dado en el clavo. Un Fiscal con todas las de la ley. Sus primeras
declaraciones nos avistaba un hombre ecuánime, capaz, imparcial, conocedor, la
justicia iba a tener en este hombre de leyes, un juez justo, un reformador.
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No fue necesario muchos días para que el Fiscal pelara el cobre.
Frustración al extremo. Montealegre se mostró como un Fiscal de bolsillo, un
correveidile al servicio del presidente Santos, sin criterio, y lo más grave,
empezaron a ventilarle ciertos trapos sucios.
La Contralora General denunció que Eduardo Montealegre recibió dineros
de Salucoop, EPS con la que el Fiscal suscribió meses antes contratos
millonarios; el asunto es que recibió anticipos de esos trabajos y no los reintegró,
no obstante haberse posesionado ya como Fiscal General.
¡Ahí fue Troya! El Fiscal, de manera ilegal, arbitraria, usando su cargo
para amedrantar a la Contralora, allanó sus oficinas de Bogotá, trató de
montarle una farsa haciéndole aparecer un contrato de arrendamiento de la sede
física de la contraloría, con aparentes sobrecostos. El plan de ablandamiento
no surtió efecto, todo lo contrario, la Contralora Morelli incontinenti puso en
conocimiento de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes el
hecho.
Montealegre encontró en el caso Petro, la disculpa perfecta para
emprenderla contra el Procurador General al que considera aliado de Morelli. El
Fiscal dio declaraciones desobligantes, amenazadoras, descalificando la
decisión del Procurador Ordoñez de destituir al Alcalde. Recordemos que la
sanción – justa – se debió al cambio de modelo de basuras que metió a la ciudad
en problemas de toda índole. Asunto que todavía estamos padeciendo y pagando
los bogotanos; el embeleco le representó a los bogotanos, más de doscientos
cincuenta mil millones de pesos.
El Fiscal Montealegre con sus actuaciones ha perdido credibilidad;
polarizó y politizó aún más la rama, dividió la opinión, y lo más grave, de
manera soterrada se empecina en atravesársele al fallo de destitución de Petro,
con justificaciones baladíes. Claro que en ello hay más de mandados al gobierno
Santos, que decisiones propias.
Le va ser difícil al Fiscal General resistir, ha perdido respeto y
credibilidad; la justicia otra vez al garete, el Fiscal se ha prestado para que
se pierda la institucionalidad; cuando debió haber actuado como fuerza
monolítica, en defensa de la constitución, de las leyes, de la democracia, le
dio por apoyar al alcalde, que además está siendo investigado por entregar
decenas de contratos sin el lleno de requisitos, licitaciones públicas a dedo y
crear una frondosa nómina paralela, la que utilizada al mejor estilo
chavista.
Es tal la permisibilidad de Montealegre con el gobierno, que las graves
denuncias contenidas en el computador de Casa de Nariño donde se revela un
feroz clientelismo, las tiene engavetadas; al respecto no se ha pronunciado
cuando ya debería estar originando resultados: yo te tapo, tú me tapas, ellos
me tapan, nosotros nos tapamos…