El DANE, dice que el desempleo en el país ha disminuido; que ha bajado
al 9.2%, que son ‘solo’, 2’281.000 los
desempleados y 7’100.000 en el rebusque; inactivos más de 15’000.000.
Lo cierto del caso, es que la mayoría de personas que cobijan las
estadísticas oficiales como empleadas, no lo son tanto. Personalmente me parece
que el más de medio millón de personas que trabajan en multiniveles, o van por
las oficinas vendiendo cachivaches, por el solo hecho de pagar su seguridad
social no deben ser consideradas empleadas.
En el caso de los multiniveles, para ganarse menos de un mínimo, una
persona debe trabajar entre 10 y 12 horas diarias, siete días a la semana,
además, por obligación, comprar un kit mensual de productos y enganchar un
número determinado de vendedores; me parece que esto es una especie de
pirámide: lo que aquí se explota impunemente, es la esperanza, el trabajo y la dignidad de las personas.
Lo cierto del caso, es que la informalidad (69%) aumenta cada vez más en
las grandes ciudades. El rebusque que no es propiamente una actividad sino una
ocupación y un desespero, está reemplazando el empleo organizado y formal. El
Alcalde Mayor de Bogotá, ante la incapacidad de generar empresa, empleo
productivo y oportunidades, considera del caso dictar una norma para hipotecar el espacio público de la ciudad.
El Presidente Santos, a diario se esfuerza tratando de vender su
gobierno como un paraíso. Con un desempleo mínimo, una salud rebosante, hoteles
llenos de turistas, con un campo boyante, minería en apogeo, el empleo en plena
marcha, la inversión extranjera creciendo, cuando la verdad londa y lironda, es
que la gente en Colombia, en su gran mayoría, está pasando necesidades.
Yo no sé si vivo en otro país, pero la Colombia que conozco, la que aquí
retrato, es la verdadera, no se la del presidente Santos,
porque como viaja tanto.