jueves, 26 de septiembre de 2013

¡Las barras bravas!


En Colombia somos muy dados a copiar modas inconvenientes, las barras bravas es una de ellas, se importaron de la Argentina con todo y consecuencias.  

La verdad es que la policía Nacional hace esfuerzos plausibles; se ha mejorado mucho la tranquilidad de los asistentes a los estadios, el ingreso de hinchas es muy controlado, y los desadaptados o colados son expulsados rápidamente cuando pretenden formar guachafita. En realidad, los hechos que se presentan alrededor del fútbol son casos aislados, pero tan graves que afectan a toda una localidad y al país en su esencia.

Desafortunadamente el código del menor y la infancia, no les brinda muchas herramientas a los jueces para actuar con rigor. Los menores se escudan en la lenidad o permisividad de las  normas para delinquir.

Un muchacho de 12 -13 años en este momento, es un mozalbete diferente a los de su misma edad hace 10 o 15 años, cuando aún se le consideraba un niño. Hoy el alcance de ese infante, lo que llamamos ‘madurarse biche’, en infinidad de casos, no tiene límites. Sumado a esto, la constitución y normas paternalistas les quitaron autoridad a los padres. Han perdido por decenas de pretextos jurídicos y doctrinas rebuscadas, jurisdicción y control sobre ellos.

A la usanza de las normas, actualmente un padre de familia no puede llamarle la atención a un hijo, pues perfectamente puede ser acusado de violencia intrafamiliar, y con todo y  huesos ir a parar a una cárcel, o acusado de interferir en el libre desarrollo de su personalidad, con todo lo que esto  le implica.

Para acabar con las barras bravas, o mejor con las bandas callejeras que se camuflan detrás del  uniforme de un equipo de fútbol, desafortunadamente hay que endurecer las leyes. Las actuales normas no le sirven ni a la sociedad ni a los adolescentes; a la sociedad porque al tenor de la flexibilidad de las normas, se les permite cometer delitos y excesos con total impunidad, y a ellos, porque las mafias los utilizan para delinquir, por su condición de menores.

Son  imberbes los responsables en un 80% del robo de celulares, computadores, tabletas, etc., Y en otro alto porcentaje, están metidos o los meten en extorsiones, boleteos, robos, y hasta secuestros, narcotráfico y guerrilla; con un agravante: las mujeres menores de edad participan en igualdad de condiciones a los hombres;  se prestan para ejercer labores de engaño, prostitución, venta de droga,  paseos millonarios, etc.

En Colombia el tema también es de ocio. Miles y miles de menores deambulan por las calles de las ciudades y pueblos, sin brújula y sin ruta. En Bogotá por ejemplo, el alcalde que pudiera generar una buena cantidad de empleo organizado, mediante el desarrollo de obras básicas y necesarias, está dedicado a cazar peleas, a  crear controversias inútiles, a fastidiar tenderos, a desacreditar a la policía, a chocar con sus subalternos, a politizar la administración, pero obras no se ven. El tiempo y millonarias sumas del presupuesto distrital se pierden promocionando sus escasos logros de gobierno, pero proyectos sociales, visibles, que valgan la pena resaltar: ninguno. Así mismo, el gobierno central va con las locomotoras  a 10 por hora, desarrollo social muy poco, y lo más grave, pretende acabar a punta  de impuestos y tarifas altas, a la microempresa colombiana, que es la que más genera trabajo.
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No me imagino el impacto de gobernabilidad que tendrá para Petro y Santos si las amenazas de cancelar el torneo de fútbol se cumplen. Eso sería una muestra  incapacidad total para gobernar, que la violencia ganó, que la policía no sirve y  que la autoridad no existe.

Comentarios: correo electrónico: luisguillermoblanco@gmail.com/, al twitter: @luisguillermobl o facebook: Luis Guillermo Blanco Ochoa.


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